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Mi Enfoque #699 30 de Noviembre 2018

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·      “Hebrón primero”

·     Diálogo entre un israelí y un judío americano progresista

·     De vuelta a la normalidad

·     La acusación de doble lealtad

·     Mi historia del pueblo judío en 60 relatos

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“Hebrón primero”

Por David Mandel, Mi Enfoque #699, 30 de noviembre, 2018

Hebrón es una de las ciudades más antiguas del mundo. Fue la primera capital del reino de David, antes de que él conquistase Jerusalén y la hiciese su capital. Para el judaísmo Hebrón es una de las cuatro ciudades sagradas, (las otras son Jerusalén, Tiberias y Safed). También para Islam Hebrón es una de las cuatro ciudades sagradas, (las otras son Meca, Medina y Jerusalén). Su santidad se debe a que, según la tradición, Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea, figuras veneradas por judíos y árabes, están sepultados en la Tumba de los Patriarcas, una gran estructura edificada por el rey Herodes. Ese edificio, con más de 2,000 años de antigüedad, tiene dos características: es el edificio de oración que más tiempo ha sido usado inenterrumpidamente, y es el edificio más antiguo del mundo que todavia conserva su función original.

Hebrón es la ciudad más grande de Judea y Samaria, con una población de 215,000 árabes y mil judíos. La ciudad está dividida en dos sectores, H1, 80% del área de la ciudad, controlada por la Autoridad Palestina, y H2, 20% del área, administrada por Israel.

Judíos han vivido en Hebrón durante milenios con interrupciones temporales. Una de ellas fue durante la época bizantina cuando a los judíos se les prohibió residir en la ciudad, y la otra fue desde la masacre de 1929 (cuando 67 judíos, hombres, mujeres y niños fueron asesinados por sus vecinos árabes) hasta 1968 cuando un grupo de judíos se mudaron al antiguo barrio judío de Hebrón, donde está la sinagoga de Abraham Avinu.

Ben Gurion, que estaba dispuesto a que Israel devolviese todos los territorios tomados en la Guerra de los Seis Días, exceptuaba a Hebrón, ciudad a la que consideraba de mayor importancia para el judaísmo que Jerusalén.

No todos los israelíes comparten la convicción de Ben Gurion.

El partido Meretz (cuyos miembros no están seguros si son sionistas o post sionistas), y el partido Lista Árabe Unida, (sobre cuyo anti sionismo no hay dudas) planearon realizar una conferencia en la Knesset titulada "Hebrón primero" para exigir la inmediata evacuación de los judíos que residen en Hebrón, como primer paso para evacuar a todos los judíos que viven en Judea y Samaria.

Los organizadores invitaron a árabes palestinos de Hebrón, y a representantes de las organizaciones de extrema izquierda, Rompiendo el Silencio, Btselem, Paz Ahora y Yesh Din a que participen en la conferencia y den su opinión sobre la evacuación de judíos. No invitaron a ninguno de los judíos residentes en Hebrón.

Yuli Edelstein, el presidente de la Knesset, enterado del propósito de la conferencia, la prohibió con la excusa de que el presidente de la Republica Checa visitaría la Knesset ese mismo día.

Los organizadores han jurado realizar la conferencia lo más pronto posible.

Podemos imaginarnos el apasionado debate que tendrá lugar en la conferencia:

Representante de Paz Ahora    Propongo que la evacuación se realice ya desde el mes entrante.

Representante de Rompiendo el Silencio ¡Me opongo! Yo exijo que la evacuación se realice desde la semana entrante.

Representante de Btselem         ¡No estoy de acuerdo! Yo quiero que la evacuación comience mañana.

Representante de la Lista Árabe  ¡Se ve que ustedes son judíos, posiblemente hasta sionistas! La única solución es que la evacuación comience hoy mismo.

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Diálogo entre un israelí y un judío americano progresista

Por David Mandel, Mi Enfoque #699, 30 de noviembre, 2018

Israelí              En Israel el atentado en Pittsburgh donde un neo nazi asesinó a once judíos que estaban rezando en la sinagoga conmovió a todos. Los periódicos y los canales de televisión informaron continuamente. Los cerca de 500 cohetes que los palestinos de Gaza dispararon a poblaciones civiles israelíes produjeron poca o ninguna reacción entre los judíos americanos progresistas. Es evidente que a ustedes los ataques a civiles israelíes les deja indiferentes.

Americano      ¿Cuántas personas murieron en ese ataque de cohetes?

Israelí              Una sola persona, un trabajador árabe, pero hubieron decenas de heridos, y, si no hubiese sido por la defensa anti cohetes Cúpula de Acero, habrian habido muchos muertos que era lo que Hamás quería.

Americano      El hecho es que una sola persona murió en ese ataque, y no once como en Pittsburgh. Ademas, las víctimas en la sinagoga eran judíos inocentes.

Israelí              ¿Qu­e está usted sugiriendo? ¿Qué las potenciales victimas, hombres, mujeres, niños, del intento genocida de Hamás, no eran inocentes?

Americano      ¡De ningún modo! Pero, usted no puede negar que los cohetes de Hamás fueron disparados como respuesta a la ocupación israelí de territorios palestinos. Si ustedes habrían hecho más esfuerzos en lograr la paz los palestinos no habrían tenido porque disparar los cohetes.

Israelí              Es evidente que usted no ha leido la constitución de Hamás donde declara que su objetivo es la destrucción del Estado de Israel. Y tampoco parece conocer la historia de las últimas décadas.

Americano      El atentado en la sinagoga fue el resultado de un odio irracional a los judíos, y no parte de un ciclo de conflictos, como el de ustedes, que estalla cada cierto numero de años.

Israelí              Lo que Hamás y muchos otros palestinos sienten hacia los judíos tambien es un odio irracional que inculcan a sus niños desde su más temprana edad.

Americano      La realidad es que aquí en los Estados Unidos tenemos nuestros propios problemas y preocupaciones, y lo que pasa en Israel no es nuestra primera prioridad.

Israelí              A traves de los siglos, los judíos teniamos un mismo slogan, “Kol Israel arevim ze la ze”, todo Israel es responsable uno por el otro. Es una tragedia que el distanciamiento entre la comunidad judía de Israel y la comunidad judía de los Estados Unido, en vez de disminuir, está aumentando.

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De vuelta a la normalidad

Por David Mandel, Mi Enfoque #699, 30 de noviembre, 2018

“Normal” según la Real Academia de la Lengua Española se refiere a algo que está en su estado natural.

El estado normal del sentimiento al judío se denomina “antisemitismo”, y sus manifestaciones van desde una moderada antipatía hasta un plan organizado de exterminio.

En la Biblia ya hay menciones de antisemitismo y de planes genocidas (el Faraón en Éxodo, y Hamas, el ministro persa, en el libro de Ester), pero los Hay historiadores creen que el antisemitismo, que hasta hoy existe, nació hace 2,000 años cuando, no por coincidencia, el cristianismo, que originalmente había sido una secta judía, empezó a demonizar al judaísmo por no aceptar a Jesus como Dios

El horror que el mundo sintió al final de la Segunda Guerra Mundial al enterarse del genocidio realizado por los nazis, causó que durante casi dos décadas, (hasta la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días) el antisemitismo, o, por lo menos su expresión abierta, cayo a uno de los niveles más bajos en la historia.

Pero, hoy se puede decir que las cosas han vuelto a la normalidad. CNN acaba de publicar los resultados de una encuesta acerca del antisemitismo europeo. Una tercera parte de los europeos cree que los judíos tienen demasiada influencia en la política, en las finanzas y en los medios de comunicación. Un 25% cree que los judíos causan guerras y conflictos. El 20% cree que el antisemitismo es una reacción a las acciones de los judíos. Un gran porcentaje de la juventud europea nunca ha escuchado del Holocausto.

Un posible futuro Primer Ministro de Gran Bretaña es un antisemita declarado, En Malmo, Suecia, muchos de los judíos han tenido que huir debido al antisemitismo. En Paris hay barrios donde los judíos no se atreven a entrar. En España, uno de los más importantes periódicos, El País, sufre de una obsesión contra Israel, al cual le dedica un número desproporcionado de sus editoriales.

Incluso en los Estados Unidos, el antisemitismo aumentó en el año 2017 en casi 60% sobre el año anterior. Cerca de 2,000 incidentes incluyendo asaltos físicos, vandalismo y ataques a instituciones judías, principalmente en universidades.

Una de las características más interesantes del antisemitismo es su capacidad de mutación y adaptación a las circunstancias del momento. Durante los siglos cuando la religión tenia enorme influencia los judíos eran perseguidos por no creer en los dogmas cristianos. Cuando, por fuerza o por decisión voluntaria, algunos judíos se convirtieron al cristianismo, los españoles inventaron la teoría de “la pureza de sangre” para distinguir a los “nuevos cristianos” de los antiguos. La “pureza de sangre” fue adoptada y llevada a extremos por los nazis.

Hoy, cuando la religión ha perdido mucho de su influencia y los avances en la ciencia genética han demostrado que la teoría racista nazi era un absurdo, los antisemitas han encontrado una nueva excusa: la “ocupación israelí de territorios palestinos”. La cínica realidad es que a los antisemitas no les interesa un comino el conflicto palestino, y la prueba es el hecho de que los periódicos occidentales nunca han hecho mención de los 4,000 palestinos asesinados en la guerra civil siria. Decenas de corresponsales van cada semana a la frontera de Gaza para ver los enfrentamientos, pero no hay uno solo que haya escrito acerca de las atrocidades que han sufrido los palestinos en Sirios. La explicación es sencilla: no hay forma en ese caso de culpar al Estado judío. 

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La acusación de doble lealtad

Por David Mandel, Mi Enfoque #699, 30 de noviembre, 2018

Ayer leí un artículo del Dr. Manfred Gerstenfeld acerca de la conocida acusación antisemita de que los judíos que residen en diversos países sienten más lealtad a Israel que al país del cual son ciudadanos.

Una encuesta realizada por la ADL (Anti Difamation League) en el año 2014 reveló que la acusacioón antisemita más difundida en el mundo es la de doble lealtad. 41% de los individuos encuestados creen que los judios sienten más lealtad a Israel que al pais donde residen.

Como muy bien dice el Dr. Gerstenfeld, si esa acusación expresase la realidad, los judíos en los Estados Unidos serian ardientes partidarios de Donald Trump, el presidente americano que más ha hecho por Israel en las últimas décadas, en vez de ser el grupo étnico que más se le opone, con casi un 80% que votaron a favor de sus opositores en las últimas elecciones. O, en el caso de Barack Obama, uno de los presidentes que menos simpatía han tenido al Estado judío, el 78% de la población judía voto por él.

El caso clásico del Capitán Alfredo Dreyfus, el único judío que era miembro del Estado Mayor, ilustra esa acusación. Un traidor, llamado Esterhazy, vendió importantes documentos a Alemania, pero Dreyfus fue acusado de traición, juzgado y condenado. Después de años de haber estado en prisión, el coraje del escritor Emilio Zola, (que denuncio la injusticia en su artículo “Yo acuso”) y otros hizo que la verdad saliese a la luz. Esterhazy huyó y nunca pagó por su traición. Zola murió en circunstancias sospechosas que dan motivo a pensar que fue asesinado.

La realidad es completamente opuesta. Comunidades judías en muchos países incluyen en sus rezos plegarias para el gobierno del país, Esto no es de ayer ni de anteayer. Se remonta a una antigüedad de 2,500 años, cuando que los judíos fueron enviados al exilio de Babilonia en el año 586 AEC, y recibieron la orden divina expresada por boca del profeta Jeremías: “Busquen el bienestar de la ciudad donde los he deportado, y rueguen al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad” (Jeremías capítulo 29 verso 7).

El Talmud expresa la ley religiosa dina demalchuta dina, “la ley del país es la ley” ((TB Nedarim 28a; Gittin 10b: Bava Kamma 113a/b; Bava Batra 44b/45ª) que obliga a los judíos a respetar y cumplir las leyes del país donde residen (excepto en cuestiones que atañen a la religión, tales como circuncisión, plegarias, y kashrut)

Durante la Primera Guerra Mundial los judíos alemanes lucharon en el ejército alemán (mi abuelo materno fue sargento en ese ejército), muchos de ellos sacrificando sus vidas, mientras que los judíos franceses lucharon en el ejército francés. Igualmente, durante la Guerra de las Islas Malvinas, judíos argentinos lucharon en el ejército argentino, y judíos británicos lo hicieron en el ejército de Gran Bretaña.

Un hijo quiere tanto a su padre como a su madre, sin ser acusado de doble lealtad. Los judíos sienten un amor fraternal a judíos en Israel y otros países, por tener las mismas tradiciones y ancestros, sin que esto signifique que no tengan lealtad, o tengan menos lealtad, al país que ha tenido la generosidad de recibirlos.

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Mi historia del pueblo judio en 60 relatos: La Gesta del Judio

Por David Mandel, Mi Enfoque #699, 30 de noviembre, 2018

Hace un tiempo leí varios libros de la historia del pueblo judío, todos excelentes, pero escritos en estilo muy académico. Decidí escribir un libro donde relataría la historia judía pero en la forma que me pareció la más amena posible, en sesenta relatos que, aunque es preferible leerlos en forma cronológica, también se pueden leer en forma individual. Le di el título La Gesta del Judío: 4,000 años de historia en 60 relatos.  Mas abajo incluyo uno de ellos, El affaire Dreyfus,

Los sesenta relatos incluidos en el libro constituyen en su conjunto una historia, la historia del pueblo judío. Son, se podría decir, mosaicos que forman un cuadro completo.

El primer relato tiene lugar en Ur, la capital de Sumeria, el reino más antiguo de la historia, hace 4,000 años. El último relato tiene como marco Tel Aviv, una de las capitales de la alta tecnología mundial, y el evento relatado, si no ocurrió ayer, pues ocurrirá mañana.

Por las páginas de este libro transitan patriarcas y profetas, reyes y reinas, santos y villanos, filósofos y generales, políticos y científicos.

Los relatos utilizan diversas técnicas literarias. Algunos, especialmente los de la época bíblica, son presentados con humor. Otros utilizan formatos anacrónicos, como por ejemplo una entrevista radial al rey Jeroboam, o la vida de Rabí Akiva en una obra teatral de tres actos. Muchos de los relatos son contados en primera persona por personajes que en algunos casos son históricos y en otros imaginarios, pero en ambos casos los eventos que mencionan son históricos. Al final del libro, bajo el título de “Notas a los Relatos”, incluyo una corta explicación acerca de cada capítulo y su fuente.

El tema de este libro, y en realidad el tema básico de la historia judía, es la supervivencia del pueblo judío, que, a pesar de ser uno de los más pequeños del planeta, durante su larga existencia, se enfrentó y sobrevivió a los imperios más poderosos de la historia.

Los faraones de Egipto, los emperadores de Roma, los monjes fanáticos de la Inquisición Española, los nazis organizadores del peor genocidio en la historia de la humanidad, todos ellos han desaparecido, pero el pueblo judío aún está aquí, participando activamente en la historia contemporánea, y contribuyendo al progreso de la humanidad.

Mark Twain, el insigne escritor norteamericano, escribió en un ensayo titulado Respecto a los judíos: “Todas las cosas son mortales, excepto el judío. Todas las otras fuerzas pasan, pero el judío permanece”. Terminó su ensayo con una pregunta: “¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?”

La respuesta a la pregunta de Mark Twain la encontré en el sitio menos esperado: en una novela policial, Postmortem, de la escritora Patricia Cornwell, en una frase que podría servir como el lema nacional del pueblo judío: “Sobrevivir es mi única esperanza, tener éxito es mi única venganza”.

Nota.- La Gesta del Judio es distribuida por Amazon.com en dos formatos: impreso y digital. El link es Amazon.com la gesta del judio

Aquí va uno de los relatos:

El affaire Dreyfus

(Siglo 19 EC)

Conocí a Alfred Dreyfus en el año 1877 cuando él y yo, ambos de 18 años de edad, ingresamos a la prestigiosa escuela militar École Polytechnique. No puedo decir que nos hicimos amigos—eso habría sido difícil, ya que mi familia era muy católica y él era judío—pero siempre nos tratamos con amabilidad, cortesía y respeto mutuo.

Su familia, originaria de Alsacia, se había mudado a Paris cuando Alemania, después de derrotar a Francia, anexó Alsacia-Lorena. Rafael Dreyfus, el padre de Alfred, había sido vendedor ambulante durante su juventud, pero, gracias a su inteligencia e iniciativa, era un próspero industrial textil cuando nació Alfred, el menor de sus nueve hijos.

El día de nuestra graduación del Polytechnique en el año 1880, Alfred se acercó para saludarme al finalizar la ceremonia.

— ¡Felicitaciones, Jean-Paul! ¿Cuáles son tus planes para el futuro?—me preguntó.

—Felicitaciones también a ti, Alfred. Respecto a mis planes, estos tres años me han hecho ver que la carrera militar no es para mí. Me gusta más el periodismo. El editor del periódico católico La Croix, muy amigo de mi padre, me ha ofrecido que trabaje con él y he aceptado.  ¿Y tú, que planes tienes?

—He ingresado al ejército con el rango de subteniente. Me enviarán a la Escuela de Artillería en Fontainebleau para especializarme como oficial de artillería.

—Te deseo éxito y espero que sigamos en contacto—le dije por cortesía, ya que en realidad no tenía interés en volver a verlo. Nuestros mundos eran demasiado diferentes.

En el curso de los siguientes años, durante mis esporádicas reuniones con algunos de mis antiguos condiscípulos, estos, a veces me contaban noticias de Alfred. En 1885 había ascendido a teniente, y en el 89 a capitán. Dos años después, en 1891, cuando todos creíamos que, a la edad de 31 años, estaba en camino de volverse un solterón incurable, nos sorprendió casándose con una linda joven de 20 años. Otra sorpresa para mí fue recibir una invitación a su matrimonio, a pesar de que no habíamos estado en contacto durante muchos años. Le envié una nota disculpándome por no poder asistir. Un amigo que estuvo presente en la ceremonia me contó que Alfred había sido admitido a la École Supérieure de Guerre, el más alto instituto de educación de las Fuerzas Armadas.

En 1893 se graduó entre los primeros de su clase y fue designado para servir en el Estado Mayor, el único oficial judío en tan importante puesto.

Un año después me enteré de una noticia que me causó sorpresa y decepción. Dreyfus, a quien, aunque era judío, yo siempre había considerado un francés leal y patriota, había sido arrestado por transferir planos y especificaciones de nuestra nueva arma de artillería a los alemanes. En enero de 1895 Dreyfus fue juzgado en una corte secreta marcial y declarado culpable. En una ceremonia pública (entre el gentío que lo abucheaba estaba yo) en el patio de la Escuela Militar, le quitaron la insignia de su rango, le cortaron los botones del uniforme y le rompieron su espada.

— ¡Juro que soy inocente! Merezco servir en el ejército. ¡Viva Francia! ¡Viva el ejército!—exclamó Dreyfus con voz sonora que la muchedumbre escuchó claramente.

— ¡Muerte al traidor!—gritaba la gente. Muy pronto ese grito se transformó en "¡Muerte al judío Dreyfus!" y luego en "¡Muerte a los judíos!

—El odio que expresa la muchedumbre a los judíos es impresionante—comentó un hombre que estaba a mi lado. Era el corresponsal de un periódico vienés a quien yo había conocido recientemente en una reunión de periodistas. Se apellidaba Herzl, si mi memoria no me falla. Su cara reflejaba una mezcla de asombro y de horror.

En el camino de regreso a mi casa vi que las calles estaban llenas de carteles con proclamas antisemitas contra Dreyfus y contra los judíos.

Dreyfus fue condenado a cadena perpetua y enviado a la Isla del Diablo en la Guayana Francesa. Eso no dio fin a las manifestaciones antisemitas. Al contrario, se volvieron cada vez más y más virulentas, azuzadas por los periódicos, especialmente por el periódico católico La Croix, donde yo era considerado uno de los principales redactores.

En el año 1896 Georges Picquart, el jefe del Departamento de Contra Espionaje me envió una nota diciendo que quería conversar conmigo de urgencia ese mismo día en un bistró alejado de su oficina. Llegué a la hora indicada, y vi a Picquart sentado en una mesa, esperándome. Me vio y me indicó que me sentase a su lado.

—Monsieur Fournier, le he pedido que nos encontremos en este bistró donde ninguno de los dos podemos ser reconocidos, ya que sería peligroso, tal vez hasta fatal, si alguien nos viese juntos.

— ¿De qué se trata Monsieur Picquart?—le pregunté alarmado por la gravedad que mostraba su rostro.

—Usted ha escrito numerosos artículos y editoriales en su periódico condenando al espía Dreyfus.

—Así es.

—Debo decirle que todo lo que usted ha escrito y todo lo que su periódico ha publicado acerca del affaire Dreyfus es falso.

Me paré bruscamente. Mi silla cayó hacia atrás. Mi intención fue abofetearlo por esa ofensa inesperada e inmerecida.

—Monsieur Picquart, no he venido para que usted me insulte. No lo tolero. Exijo una disculpa inmediata—le grité.

—Cálmese, Monsieur Fournier. Siéntese, por favor. Tal vez no me he expresado con suficiente claridad. No ha sido mi intención ofender a usted o a su prestigioso periódico. Ustedes no tienen la culpa de haber escrito y publicado artículos falsos porque se han basado en una información calumniosa proporcionada por el ejército. Dreyfus no es el espía. Es una víctima inocente, el chivo expiatorio escogido por el Alto Comando para achacarle las viles acciones de otro hombre, un sinvergüenza sin honra llamado Ferdinand Esterhazy. He reunido todas las pruebas que demuestran que Esterhazy es el verdadero culpable.

Enderecé la silla y me senté, aún incrédulo, pero ya más tranquilo, dispuesto a escuchar la explicación de Picquart. Durante una hora él me enseñó la evidencia. Era contundente y no cabía duda. Dreyfus era la inocente víctima de una infame y deliberada injusticia.

— ¿Ha enseñado usted la evidencia a sus superiores?—le pregunté.

—Tan pronto reuní la evidencia se la presenté a mis superiores—me respondió.

— ¿Cuál fue la reacción del Alto Comando?

—No fue la que yo esperaba. En vez de arrestar a Esterhazy me han transferido a Túnez, a una guarnición en el desierto. Debo partir esta misma tarde. Es por eso que he querido conversar con usted urgentemente. Esa injusticia no puede quedar así. Su periódico La Croix fue uno de los que más insistentemente condenaron a Dreyfus y a los judíos en general. Si ustedes publican la verdad, esto tendría un impacto inmenso en la opinión pública.

—Hablaré de inmediato con el Director del periódico. Mañana mismo publicaremos en grandes titulares la inocencia de Dreyfus.

  Nos despedimos con un abrazo. Picquart regresó a su casa para empaquetar sus maletas para el viaje, y yo fui directamente a las oficinas del periódico. Pedí hablar con el Director, le conté mi conversación con Picquart y le mencioné la evidencia de la culpabilidad de Esterhazy.

—Señor Director, debemos publicar en primera página que Dreyfus es víctima de una injusticia sólo por el hecho de ser judío.  Estoy listo para redactar el artículo.

El Director me escuchó en silencio mientras yo le presentaba las pruebas. Las revisó y las puso a un lado.

—Jean Paul, olvídese del asunto. No tengo intención de acusar de perjurio a los más altos generales del ejército, y tampoco estoy dispuesto a pasar la vergüenza de admitir que hemos publicado noticias falsas. El escándalo sería demasiado grande. Es preferible que las cosas queden como están—me dijo.

—Señor Director, siempre lo he considerado un hombre íntegro y me he sentido orgulloso de trabajar en su periódico, pero veo que estaba completamente equivocado. Le agradeceré que acepte mi renuncia, efectiva de inmediato—le dije.

Semanas después escuché que Esterhazy sería juzgado y me alegré de que por fin se haría justicia. Mi optimismo dio lugar a una profunda decepción cuando Esterhazy, en un juicio que sólo duró dos días, fue declarado inocente. De inmediato huyó de Francia y se radicó en Inglaterra.

Decidí hablar con Georges Clemenceau, un ex-parlamentario que ahora dirigía el periódico L'Aurore. Tenía fama de ser un hombre incorruptible, justo y gran luchador, lo que le había valido el apodo de "El Tigre". Le presenté la evidencia. Me escuchó con gran atención.

—Siempre he considerado que las acusaciones contra Dreyfus no tienen fundamento, y las evidencias que usted me ha mostrado son irrefutables. Lo que ha ocurrido es una vergüenza para toda la nación francesa. Esa mancha ya no se puede borrar, pero, por lo menos, hay que corregir la injusticia que se le ha hecho a Dreyfus—me dijo Clemenceau.

—Monsieur Clemenceau, si usted lo permite yo puedo escribir un artículo para su periódico detallando la evidencia contra Esterhazy—le propuse.

—Monsieur Fournier, he leído sus artículos y considero que usted es un excelente periodista, pero necesitamos que la acusación contra la injusticia haga un enorme impacto en Francia y en el extranjero, y eso sólo lo conseguiremos si quien acuse sea una persona que goza de reputación, prestigio y respeto en todo el mundo. Esa persona es mi amigo, el famoso escritor Émile Zola. Hoy mismo hablaré con él.

Tres días después, el 13 de enero de 1898, L'Aurore publicó en su primera página un enorme titular, J'Accuse, y, bajo él, una carta abierta firmada por Zola y dirigida al presidente de Francia, en la cual el escritor utilizó su talento literario y su apasionada indignación para acusar al gobierno de antisemitismo y de cometer una terrible injusticia contra un hombre inocente.

La carta de Zola produjo por un lado un movimiento de los llamados Dreyfusard, a favor de Dreyfus, y, por otro lado, manifestaciones violentas, incluso con muertos, contra la población judía en muchas ciudades francesas.

Debido a la presión pública Dreyfus fue traído de regreso a Francia en el año 1899 y juzgado por segunda vez. A pesar de la clara evidencia a su favor, en esta ocasión también fue declarado culpable, pero le ofrecieron perdón, y le advirtieron que si rechazaba el perdón e insistía en su inocencia, sería enviado nuevamente a la Isla del Diablo. Esto, debido a su deteriorada salud física y emocional, habría sido fatal, y Dreyfus no tuvo otra alternativa que aceptar el perdón.

—El gobierno de la Republica me ha devuelto la libertad pero no el honor—declaró Dreyfus.

En realidad tampoco le habían devuelto la libertad ya que le impusieron arresto domiciliario. Recién, en el año 1906, Dreyfus fue declarado inocente y readmitido al ejército con el rango de Mayor. Una semana después lo nombraron caballero de la Legión de Honor. En 1908 fue herido en el brazo por un hombre que trató de asesinarlo. Luchó valerosamente en la defensa de Francia en la Primera Guerra Mundial y fue promovido al rango de Oficial de la Legión de Honor. Murió en el año 1935.

Respecto a los otros protagonistas del affaire Dreyfus, Georges Clemenceau regresó a la política y fue elegido dos veces Primer Ministro de Francia, la primera vez desde 1905 a 1909 y la segunda vez de 1917 a 1920.

Émile Zola pagó cara su intervención a favor de Dreyfus. Sus opositores le hicieron juicio por difamación y fue condenado a un año de cárcel y a pagar una elevada multa. El gobierno le embargó todos sus bienes. Zola se exiló en Londres y permaneció allí en secreto durante varios meses. En 1899 regresó a Francia donde vivió en la pobreza hasta que murió asfixiado el 29 de setiembre de 1902, probablemente asesinado por alguien que tapó la chimenea de la estufa de su casa. 

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Nota.- La Gesta del Judio es distribuida por Amazon.com en dos formatos: impreso y digital. El link es Amazon.com la gesta del judio

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