.Una nota
·Rebelión en Tierra Santa
·El antisemitismo y la vacuna contra el virus Covid 19
·GRATIS: Las Aventuras y Desventuras de Luis Cabrejos
·Confesión del autor: ¡Yo no soy Luis Cabrejos!
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Una nota
El último “Mi Enfoque” que envié fue hace casi 3 meses, el 6 de noviembre del 2020. Durante estas semanas he dedicado todo mi tiempo a recopilar material, documentos, recortes de periódicos, fotos, biografía, etc. para memorizar a mi querida esposa Ruth, la compañera de mi vida. El resultado es un libro de 280 paginas, impreso en colores, tamaño A4, bilingüe (ingles y hebreo).
En estos días ha sido publicado por Amazon.com, aunque yo aun no he recibido el ejemplar que les pedi. Un sobrino que reside en Estados Unidos ya lo recibió y tuvo la gentileza de filmar un video de presentación del libro, cuyo link adjunto aquí:
Rebelión en Tierra Santa
El título que va arriba no se refiere al libro de Menahem Begin, que tiene igual nombre, sino a lo que está ocurriendo en estos dias en Israel.
En ocasiones anteriores he mencionado el hecho de que un gran porcentaje de ultra ortodoxos no trabaja, que sus niños varones no estudian materias básicas como matemáticas e inglés, y que los jóvenes de esa comunidad (con pequeñas excepciones) se niegan a hacer servicio militar, constituye un peligro existencial para el futuro de Israel.
La reacción de algunas personas a mis artículos fue acusarme de antisemitismo, de ser anti religión judía y sentir odio obsesivo contra esa comunidad, cargos que rechazo por completo y que personas que me conocen saben que son absurdos y ridículos. Esas acusaciones son un clásico ejemplo de condena al mensajero por traer malas noticias.
La realidad es que hay sectores en la comunidad ultra ortodoxa que no reconocen la autoridad del Estado y consideran que no tienen la obligación de cumplir con las disposiciones del gobierno si estas van en contra o no coinciden con las directivas de sus líderes espirituales.
Se estima que la comunidad ultra ortodoxa en Israel es hoy alrededor de 1,125,000 personas, equivalente al 12% de la población total de Israel o 16% de la población judía. Su representación en los departamentos de COVID 19 en los hospitales israelíes es cerca del 40% debido a que hacen caso omiso de las instrucciones del gobierno de mantener cerradas sus instituciones de enseñanza, y no realizar matrimonios y funerales multitudinarios.
El gran rabino de la comunidad ultra ortodoxa Vizhnitz ha ordenado que sus escuelas y yeshivot se abran, contra la expresa decisión del gobierno, argumentando que el estudio de la Tora tiene prioridad. El rabino Jaim Kanievsky, el más influyente en la comunidad, también ha reabierto los institutos de enseñanza de la comunidad ultra ortodoxa no gasifica.
Hace unos dias, el miércoles 20 de enero, policías enviados a Bnei Barak, ciudad ultra ortodoxa vecina de Tel Aviv, para cerrar las yeshivot abiertas ilegalmente, fueron recibidos con piedras y palos por una turba que amenazaba lincharlos. Una policía fue herida.
Es una vergüenza para Israel que su Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, crea necesario telefonear al nieto del rabino Kanievsky para rogarle que no abra sus yeshivot.
El gobierno, democráticamente elegido, emite leyes y disposiciones que deben ser cumplidas por todos los ciudadanos. El hecho de que un sector no las cumple es anarquía.
El desdén de parte de la comunidad ultra ortodoxa a las disposiciones del gobierno refuerza la percepción popular de que a esas personas no les interesa el bienestar general de la población, y que su grado de fanatismo hace prioritarias las disposiciones de sus líderes sobre las leyes del Estado.
La realidad es que mientras los partidos ultra ortodoxos formen parte del gobierno, sus jóvenes (en su gran mayoría) no harán servicio militar, sus niños no estudiaran las materias básicas, y un gran porcentaje de la comunidad continuara estudiando los libros sagrados perpetuamente en vez de trabajar y contribuir al progreso y prosperidad de la nación.
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El antisemitismo y la vacuna contra el virus Covid 19
El antisemitismo tiene características similares a las del virus Covid 19. Es virulento, contagioso (los nazis convirtieron en antisemitas asesinos a la mayoría de su población), tiene mutaciones (fue religioso en la Edad Media, racista en el Siglo 20 y hoy se ha disfrazado de anti-sionista), y en casos extremos causa la muerte (de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial).
El antisemitismo se diferencia del virus Covid 19 en que al virus se le puede combatir con la vacuna, mientras que el antisemitismo utiliza la vacuna como argumento para condenar a Israel.
Cuando la epidemia comenzó hace un año, los antisemitas acusaron a Israel de haber producido el virus. Hoy, cuando no logran controlar su envidia y sus celos de ver que Israel es el país campeón del mundo en el porcentaje de población vacunada, los antisemitas, incluyendo muchos medios de comunicación, dicen “Israel vacuna a su población pero no a los palestinos.” La NBC, el periódico británico Guardian, y otros medios de información, cuando informan de que: “Israel lidera al mundo en la vacunación de su población” no se olvidan de añadir “pero al otro lado del muro de separación, el número de palestinos vacunados en Gaza y en la Ribera Occidental es cero.” En forma muy sutil declaran que la responsabilidad por la vacunación de los palestinos recae en Israel, y que Israel rehúsa hacerlo.
La realidad, distorsionada deliberadamente por los antisemitas, es la siguiente:
·Los palestinos no son ciudadanos de Israel (a diferencia de los árabes israelíes), y no contribuyen ni pertenecen a las cuatro organizaciones médicas israelíes donde todos los ciudadanos de Israel están inscritos.
·Los palestinos son ciudadanos del Estado de Palestina, reconocido por 139 Estados miembros de las Naciones Unidas, Estado que tiene su propio Ministerio de Salud, sus propios hospitales, y su propio presupuesto, donde, por decisión de ellos, la medicina no es prioritaria.
·Los Acuerdos de Oslo estipulan que la Autoridad Palestina es exclusivamente responsable de proveer a su población los servicios médicos, incluyendo vacunación.
·En marzo del 2020 Israel ofreció cooperación y ayuda a la Autoridad Palestina cuando se hizo evidente la existencia de la Pandemia. La Autoridad Palestina se negó a tener esa conversación, y hasta hoy nunca ha pedido ayuda de Israel para combatir el virus.
·En junio del 2020, Mahmoud Abbas, el Presidente de la Autoridad Palestina, se negó a aceptar un envío de equipo médico contra el virus debido a que había sido transportado por un avión de los Emiratos Árabes Unidos que aterrizo en el aeropuerto Ben Gurion.
·Pedir y/o aceptar ayuda de Israel va contra los principios palestinos de la campaña BDS. (Boicot, Desinversión, Sanciones) contra Israel.
·En octubre del 2019 Mahmoud Abbas emitió un decreto prohibiendo a sus ciudadanos recibir atención médica en los hospitales israelíes.
¿Algunos de esos simpatizantes palestinos y críticos de Israel, se han preguntado alguna vez porque los cientos millones de dólares que Gaza ha recibido de donantes extranjeros son utilizados para fabricar cohetes y excavar túneles, y no para construir hospitales y escuelas? O, ¿Por qué gran parte de los miles de millones que la Autoridad Palestina ha recibido de países generosos e ingenuos están hoy depositados en cuentas suizas?
Los simpatizantes palestinos y críticos de Israel exigen que Israel entregue la vacuna adquirida para sus propios ciudadanos a un enemigo que rehúsa aceptar la existencia del Estado judío, lo calumnia en cada oportunidad que se le presenta, lo ataca con actos de terror y dispara cohetes a poblaciones civiles. Con esa misma lógica esos simpatizantes deberían exigir que Estados Unidos vacune a los ciudadanos de Venezuela, que la India vacune a la población de Pakistán, y que Corea del Sur vacune a los habitantes de Corea del Norte.
La acusación de que es responsabilidad de Israel inmunizar a los palestinos de la Autoridad Palestina y de Gaza absuelve a los palestinos de la responsabilidad por sus propios actos y perpetua la ficción de la eterna victimización de los palestinos.
El principal interés de esos partidos, y el precio que exigen para formar parte de la coalición gobernante, es la continua subvención de sus yeshivot.
El problema que la actitud y el comportamiento de algunos sectores ultra ortodoxos representan para la nación será solucionado solo cuando llegue el día que Israel tenga un gobierno cuya mayoría no dependa de la incorporación de los partidos ultra ortodoxos al gobierno. Ese gobierno deberá cortar las subvenciones a las comunidades que no respetan las leyes, y deberá exigir con toda la fuerza que la ley les permite que los miembros de esas comunidades cumplan con las leyes del país.
Violar la ley no puede quedar impune. Un gobierno tiene la obligación de tratar a todos los ciudadanos en igual forma, reconocerles los mismos derechos y exigirles las mismas obligaciones.
Y eso no está ocurriendo hoy en Israel.
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DESCRIPCIÓN DE AMAZON DE LA NOVELA
En esta hilarante novela, el autor David Mandel, sigue, con excelente humor, la tradición de las clásicas novelas españolas, y del libro Cándido de Voltaire,
Luis Cabrejos, el protagonista, doctor en gramática española, fundador y único miembro del Instituto Internacional de Nombrelogía, relata en su “autobiografía” sus aventuras y desventuras que lo llevan desde su Lima natal en un colegio de profesores británicos, a una universidad en Madrid, luego, de regreso en Lima, a una estadía en la prisión, para luego convivir con una tribu en la selva peruana.
Finalmente, cerrando el círculo de su saga, regresa al colegio donde transcurrió su niñez, pero esta vez como profesor de español.
Cabrejos es siempre, a pesar de sus desventuras, optimista y entusiasta. Cerrando el círculo de su saga, está aquejado por una obsesión irracional, similar, a la de su antiguo profesor cuyo lugar él ahora ocupa.
El trasfondo de la trama es una sátira del mundo latinoamericano del siglo 20, con su corrupción y sus golpes de Estado.
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Confesión del autor
A Gustave Flaubert se le atribuye haber dicho: "Soy Madame Bovary". En mi caso, quiero dejar muy en claro que yo no soy Luis Cabrejos. Mi padre nunca fue ministro de gobierno y una Junta Revolucionaria no lo fusiló.
Mi madre, una judía creyente, nunca soñó con ser monja en un convento. No estudié en Madrid sino en Filadelfia. No soy ahora, nunca lo he sido en el pasado y no tengo planes de serlo en el futuro un profesor de gramática. Nunca he estado en Puerto Maldonado, ni he vivido con una tribu de indios en la selva. No comparto la creencia de mi personaje Luis Cabrejos en la influencia que tienen los nombres en las personas. Y, lo más importante, nunca (todavía) he estado en la cárcel o en prisión.
Sin embargo, debo decir que hay incidentes reportados en este libro que realmente sucedieron, algunos a mí, y otros a personas que conozco.
La escuela St. George existió, pero su verdadero nombre fue San Andrés. El relato de la excursión escolar a Pucallpa se basa en un evento real. El inspector Suazo era tal como el libro lo describe, y su apellido en la vida real fue, no por casualidad, también Suazo.
Ruth y yo hicimos la peregrinación a Santiago de Compostela, aunque no obtuvimos el certificado de haberlo hecho ya que, como somos gente práctica, lo hicimos en coche y no caminando. También visitamos los santuarios de Fátima en Portugal y Lourdes en Francia. Existe un gallinero con una gallina y un gallo en el interior de la Iglesia de Santo Domingo de la Calzada; Los he visto con mis propios ojos.
El infame callejón de Quebracho en realidad se llamaba Huatica y ya no existe. Su nombre anterior era 20 de septiembre y no 14 de julio. La visita de Cabrejos y sus amigos a esa calle infame con resultados dolorosos, se basa en hechos reales. El incidente con Celeste, donde el protagonista tuvo que refugiarse en una clínica para evitar ir a la cárcel, y la aventura nocturna del oficial peruano en La Habana con Marga, la esposa de un preso político torturado, se basan en hechos reales. Pero, lamento decir que nunca conocí a Rita en la vida real.
Saturnina era empleada doméstica en la casa de mi madre y tenía una hija llamada María, tal como se menciona en el libro, pero nunca me prestó dinero, ni tuve necesidad de recibir un préstamo de ella.
Julia, la adivina, es una criatura de mi imaginación 100%.
Nunca perdí todo mi dinero jugando en el casino. Sin embargo, he estado en casinos en Montecarlo, Las Vegas, Lima, Viña del Mar y otras ciudades, incluso he jugado en el casino Katmandú en Nepal.
La pizzería Paganos existió, no en Madrid sino en Filadelfia, y pasé allí muchas horas felices charlando con las estudiantes de enfermería. En una ocasión (esto no lo mencioné en el libro), vi al cocinero salir corriendo de la cocina con un gran cuchillo, persiguiendo a uno de los camareros. No lo alcanzó.
Escribir este libro me trajo maravillosos recuerdos de mis años de juventud. Fue muy divertido escribirlo y espero que el lector también lo disfrute.